Babeque, un modelo deportivo escolar con fútbol como bandera

SD. Desde que se accede al colegio Babeque Secundaria se respira deporte con infraestructura en buen estado y niños dándole uso de forma continua.
La corona de la Copa Coca-Cola de fútbol (12-14 años) no es más que el más reciente logro de una lista enorme para una entidad que en el presente año escolar ha participado en 28 competencias.
Y allí reina el fútbol sobre las otras ocho disciplinas que ofrece el centro, en pleno corazón de la Capital (Naco). Antes de la Coca-Cola llegaron los cetros en fútsal masculino Claro, varias categorías en la Loyola y el Mundialito Kia.
«Por cada curso pueden haber hasta 15 niños que lo practican», dice Ecker Sánchez, entrenador de balompié. El menú también incluye béisbol, baloncesto, voleibol, tenis de mesa, ajedrez y hasta bádminton y esgrima.
La dirección del colegio presta una atención tal al deporte que su departamento cuenta con nueve profesores de educación física e incluye un psicólogo. Para preparar el equipo que ganó el torneo escolar más importante del país el centro educativo enviaba al grupo a entrenar desde octubre dos veces por semana al Parque del Este.
«Tenemos la visión y la misión de educar a través del deporte, promovemos competencia a través de comportamiento, disciplina, respeto, colaboración para que cuando termine su escolaridad vaya a la universidad y a la vida cotidiana manifestando lo que se llevó de Babeque a través del deporte», dijo Orlando Taveras, coordinador de deportes y educación física.
Este enfoque se realiza con un equilibrio de la carga académica del centro con 38 años de historia y cuyo nombre significa en taíno almacén o casa principal.
«Canalizamos una serie de valores y actitudes a través de los cuales ellos puedan manifestarse después que salgan», dijo Jovanny Montero, psicólogo del centro cuyos trofeos no caben en un salón, sino que ha habido que repartirlo entre dos.
Es común ver a los padres en las competencias involucrados desde las gradas con instrumentos musicales, pintarse el rostro y animar durante los partidos. Un compromiso que motiva al cuerpo de entrenadores a trabajar con mayor empeño.