La Navidad parece haber llegado a la NBA y en esta época del año florecen las buenas acciones protagonizadas por las estrellas del deporte en favor de aquellos que menos tienen. Ejemplos, miles. Los últimos, los Warriors y el fichaje temporal de Trent Frost o la heroicidad de Supermán Howard con un niño con un cáncer terminal.
Es el lado más amable del deporte, que ha vuelto a aparecer con un nuevo Santa Claus de 2’06 y un instinto letal de cara al aro rival. Se trata de Kevin Durant, que aprovechó su presencia en Detroit antes de enfrentarse –y ganar– a los Pistons para hacer feliz a un joven aficionado de la Motown.
Hace apenas unas semanas, cuando el temporal de viento y nieve azotaba a la mitad de Estados Unidos, Anthony Cupp, un estudiante de 13 años de edad, se dirigía a casa de su padrastro tras un día de colegio en la pequeña localidad de Warren, Michigan. A mitad de camino, mientras esperaba para poder cruzar una calle dos chicos mayores le levantaron del suelo y aprovecharon para robarle sus zapatillas, unas Nike KD.
Cupp llegaba a casa descalzo en mitad de la nieve ante la horrorizada mirada de su madre que por primera vez en 13 años no había podido ir al colegio a recoger a su hijo. «Todo ocurrió en un menos de 10 segundos. Me levantaron, me quitaron las zapatillas de los pies y me volvieron a dejar en el suelo. Apenas me enteré de lo que había pasado hasta que noté la nieve en los pies», aseguraba Cupp.
Dos semanas después de aquel incidente Cupp asistió al partido entre los Pistons y los Thunder de su idolatrado Durant. Poco podía sospechar el joven que minutos antes del encuentro el alero de Oklahoma, que sabía la historia de su fan, se iba a acercar a su sitio y le iba a regalar otro modelo de sus zapatillas firmadas por el actual MVP de la NBA, adelantando así la Navidad para Anthony.
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