Vladimir Guerrero hijo pone alto el listón

El más joven de los prospectos en el Juego de las Estrellas del Futuro pudiera tener la mayor proyección en la próxima década de Grandes Ligas. Vladimir Guerrero Jr. lleva el talento en la sangre y el porte en el apellido. Con solo 18 años ya comienza a tejer su historia a palo limpio.
Hijo del gran Vladimir Guerrero -un potencial miembro del Salón de la Fama-, el chico de la República Dominicana llegó a Miami como un portento que en su primera contienda en las Menores conecta para .317, con seis jonrones y 21 dobles. De casta le viene al galgo.
Va a ser muy difícil para el junior igualar o superar a su progenitor, pero quizá le lleva la delantera en el apartado del carisma: dentro del clubhuose del equipo del Mundo en el Marlins Park era el centro de atención y él, cariñoso con la prensa, hacía sonar su palabra limpia y pura, como los batazos de su padre.
¿Qué significa estar ya en este choque tan importante?
«Solo he tratado de dar el ciento por ciento de mí y miren el resultado. Es cierto eso que dicen que si te esfuerzas, la vida te va a premiar. Todo ha sido un poco rápido, pero no puedo estar más contento».
Por estos días en google sale primero tu nombre que el de tu padre…
«Sí, he visto eso. Como él no está jugando ya, pues muchas cosas tienen que ver conmigo en las Menores. Mi padre se encuentra ahora en Miami con casi toda la familia, así que me siento muy feliz de tenerlo a mi lado».
Cuando piensas en tu padre, ¿qué pasa por tu mente?
«El es un héroe en la pelota y en la vida. Quisiera ser como él. Mi padre siempre ha sido una persona correcta. No he podido tener mejor ejemplo de cómo respetar el juego, la ética de trabajo».
¿Hay quien dice por ahí que puedes ser mejor que él?
«No, nada de eso. Me gustaría ser igual. Ni mejor ni peor».
Todos hablan maravillas de ti, ¿sientes que perteneces ya a las Grandes Ligas?
«Lo dejo todo en la mano de Dios. Siempre he tenido fe de que las cosas pasan por una razón. Si continúo trabajando como hasta ahora, pues llegará el momento en que me llamen al equipo grande».
¿En qué momento te diste cuenta de que podías brillar en el béisbol?
«Nunca pensé que estaría en el béisbol profesional. Mi tío Wilton era el que me decía que sí podía, que me fijara en mi padre y sobre los ocho años tuve el primer presentimiento de que tal vez podía dar la talla».
¿Qué recuerdas de la vida beisbolera de tu padre?
«El me llevaba mucho con él a los estadios, sobre todo en Monteal y también Baltimore, cuando me dejaban estar con él en el dugout. Era chico, pero Liván Hernández me dijo que recordaba a un chiquito que se movía mucho. Ha pasado el tiempo, pero no olvido esos días inocentes entre grandes peloteros».

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