El béisbol infantil en Cuba, pendiente del bolsillo de las familias

Hace ya dos décadas que el Estado cubano apenas destina recursos y atención al deporte en las primeras edades. Lo saben muy bien los padres de los niños que aspiran a dedicarse al deporte como profesión. Si no fuera por el interés –y el dinero– de los familiares, los pequeños, algunos con verdadero talento, no podrían desarrollar sus facultades, muestra un reportaje de Martí Noticias.
El béisbol, deporte nacional, no escapa a esta realidad. En instalaciones sumamente deterioradas entrenadores mal pagados hacen “magia” para preparar a sus pupilos.
“Ya no recuerdo la última vez que el INDER nos envió guantes, bates y pelotas. Todo esto se mantiene gracias a los familiares. Luego te exigen resultados deportivos, pero lo único que garantizan es el calendario de los eventos”, reveló un entrenador del Cotorro.
Eduardo, funcionario del organismo en el municipio Diez de Octubre, explicó que alrededor del 80% del presupuesto se destina a los torneos nacionales. Las lides provinciales o de base apenas reciben ayuda financiera. De esta realidad no escapa el béisbol, pese a ser el deporte más favorecido. La Serie Nacional y el campeonato Sub-23 consumen ellos solos unos dos millones y medio de dólares.
“El 70% de ese dinero se recauda del impuesto que les cobran a los deportistas que compiten en clubes extranjeros con autorización del INDER”, aclaró Eduardo.
Mientras el Gobierno se desentiende de sus más jóvenes atletas, sus familias ya ven en ellos la posibilidad de cambiar de vida. No solo emigran los de la selección nacional. Varios de los integrantes de la selección nacional Sub-15, campeona mundial hace dos años, abandonaron la Isla.
Julio, antiguo entrenador de las categorías infantil y juvenil, recuerda a Lázaro Armenteros Arango, Yolexis Delgado Veitía y Alfredo Rodríguez Gutiérrez, hoy contratados en las ligas menores.
Según él, las familias con posibilidades económicas apoyan a sus hijos para que puedan llegar a una organización de MLB. “Los gastos suelen correr entre los parientes de aquí y los que residen afuera. Pero hay decenas de niños talentosos con padres de bajos ingresos que por falta de dinero no pueden practicar el béisbol”.
Magda, madre de un atleta, refiere que el padre de su hijo le envía desde Miami bates, guantes, pelotas y dinero. “Él lo llama ‘inversión de futuro. Está seguro de que cuando tenga edad juvenil, cualquier organización de Grandes Ligas lo puede contratar y se amortiza la inversión”, confiesa.
De igual modo piensa Pablo, abuelo de un adolescente. Él ha calculado que desde que su nieto empezó en el deporte, a los seis años, hasta que llegue a la Serie Nacional, los gastos sobrepasarán los 800 dólares. “Mi nieto tiene un gran futuro, ya algunos scouts que vienen a Cuba me lo han dicho. Cuando exista una propuesta seria se irá del país. Probablemente el muchacho se convierta en el sostén de toda la familia”.
Eddy, padre de otro pequeño pelotero, detalló a Martí Noticias sus gastos: dos uniformes, uno para los torneos, que cuesta de 30 a 40 CUC y otro más barato para entrenar, de entre 10 a 15 CUC. Un guante vale más de 50 CUC; el bate de aluminio, entre 70 y 80, y cada pelota nueva, seis CUC.
“En la etapa de preparación y competencia, la familia es la que paga el combustible y el transporte del equipo. Esto es como una ruleta rusa. Si el chama sale bueno, bingo, recuperas el dinero. Si no, te queda la satisfacción de que el mundo del deporte aporta valores muy importantes como el esfuerzo, compromiso y mentalidad de equipo, cualidades válidas para toda la vida”.

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