TORONTO.- Es el primer día de agosto y cuando entras por la puerta principal de la casa del dominicano Vladimir Guerrero Jr., te golpean olas de sonido, gente y color púrpura.
Dentro de ocho horas, conectará un jonrón al segundo piso del Rogers Centre. Será la razón por la que 41,492 personas rujan mientras el toletero recorre las bases, y la razón por la que cientos de miles más escuchen la sirena del estadio retumbar por el centro de Toronto.
Guerrero Jr. doblará por segunda, ralentizará su trote y luego dará un saltito en el aire y comenzará de nuevo. Se llevará un dedo a los labios para silenciar a su coach de tercera y al dugout de los Azulejos mientras pasa, y luego pisará el plato mientras un estadio repleto celebra y observa cada pequeño movimiento que hace. Ésta es la ciudad de Guerrero. Es la estrella más grande del espectáculo más popular de Toronto, pero todo esto llegará más tarde en la noche. Primero, tiene planes para la tarde.
Es el cumpleaños de Vlaimel. La hija de Guerrero cumple 8 años, y en la mesa interior hay un pastel floral rebosante de todas las formas y colores. Hay globos con la palabra “Princesa”, un gran oso púrpura y todos los dulces que puedas imaginar, mezclados con serpentinas y confeti de ese mismo color. Luego llega la estrella del espectáculo, Vlaimel, con su vestido y un lazo púrpura en el pelo. Su madre, Nathalie, sonríe justo detrás de ella, preparando a todos para el gran día. El momento de Vladdy llegará más tarde esta noche, pero éste es de Vlaimel.
Su padre está sentado junto a la piscina, esperándola. Van a hacer pulseras de la amistad juntos.
Aquí es muy tranquilo. Si miras a tu alrededor, no sabrías en absoluto que la dirección termina en “Toronto”. No se ve otra casa, ni torres de apartamentos ni grúas, sino los árboles y la familia de Guerrero a su alrededor. Esta noche, un millón de personas lo verán, pero aquí es donde vive el otro lado de Guerrero.
Para cuando Vlaimel baja saltando por el césped y se lanza sobre su padre, todo está dispuesto frente a ellos. Hay carretes de hilo elástico y bandejas llenas de cuentas, letras, formas, corazones y pequeñas pelotas de béisbol. Hay algo tan único en el vínculo que estos dos tienen. Guerrero afirma que a veces es casi como si fueran hermano y hermana. Sigue siendo papá — el hombre alrededor del cual orbita toda la familia Guerrero y gran parte de Toronto — pero de una manera que sólo se puede ver y oír para entender realmente, están en esto juntos.
Cuando le dicen a Guerrero que algunas preguntas de hoy serán en inglés, Vlaimel interviene. “Yo me encargo, yo me encargo”, dice, y ya está radiante. Hay cámaras a la izquierda y a la derecha de Vlaimel, pero ella es una profesional natural en esto.
Vladdy siempre le ha dado el crédito a Vlaimel por ayudarlo con su inglés, el cual hablan en casa. Están en esto juntos. De repente, sentado en esta mesa frente a toda esta bisutería, Guerrero ha perdido su ventaja de local. Éste no es su juego. Vlaimel ya tiene 13 pulseras de la amistad subiendo por su brazo izquierdo. Ahora está en territorio de Vlaimel.