El futuro de la industria del béisbol en República Dominicana no es muy promisorio como muchos consideran.
Existe la amarga realidad de que el país no se preparó para mantener el impacto económico que produce el béisbol, a través de las firmas millonarias que reciben los prospectos.
Hace mucho tiempo, y así se debatió para colocarla dentro la Ley General del Deportes, que las firmas tuvieran gravadas por un impuesto, que debió servir para el fomento de esa disciplina, algo que nunca se logró.
El dinero generado por ese impuesto debió servir para llenar el país de estadios para las prácticas del béisbol en categorías menores.
Si se fijan, en el país no existen estadios exclusivos para los menores de las pequeñas ligas.
Ahora viene otra situación con los niños que asisten a las escuelas de tanda extendida, quienes están obligados abandonar las prácticas del béisbol por lo tarde que salen.
Esos niños se afectan y no debieron hacerlo, ya que si en sus escuelas existieran estadios de béisbol y las practicas formaran parte de las clases de educación física todo fuese de maravilla.
Ahora tenemos por delante el reto de convencer al sindicato de peloteros de las Grandes Ligas para que detenga el propósito que existe desde la oficina del comisionado de Grandes Ligas por reducir las inversiones económicas que realiza esa industria en el país.
El problema mayor está en la apatía con que ese tema ha sido tratado aquí y es muy posible que cuándo los responsables del béisbol en el país quieran despertar y darse cuenta de esa realidad ya sea un poco tarde.
Sé que la primera muestra la van a sentir a través de la reducción de los ingresos en dólares que tendrá el país con relación al año anterior, ya que los bonos que se les otorgan a los prospectos dominicanos presentarán una gran rebaja.
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