Lucy Li tiene la profesionalidad de Tiger Woods pero la apariencia de Pippi Långstrump, salvando las distancias. Ha jugado el US Open, uno de los grandes torneos como una más, pero lo ha hecho –la adolescencia es así– vestida con la bandera americana o con corazones; dos trenzas, aparato en los dientes y sonrisa de “me lo estoy pasando muy bien”.
Otro día se presentó en blanco y negro con la cara embadurnada de protector solar, como en un homenaje a Michael Jackson.
Li ha llevado el rosa fucsia, los lunares o el amarillo chillón hasta el green, que suele pecar de uniformado y gris. Y lo ha hecho con el descaro y la ingenuidad de sus 11 años, pero con la frialdad y la contención que se requieren en la cancha, hasta coronarse como la jugadora más joven de la historia en disputar un major.
En la rueda de prensa posterior al torneo no se anduvo con rodeos grandilocuentes de profesional avezada cuando le preguntaron por sus próximos planes. ¿Su respuesta? “Comerme otro helado”. Li había comparecido ante los periodistas con un cucurucho y en compañía de la tía que cuida de ella en Florida.
La cuestión es que hemos asistido a tantos crepúsculos de dioses preadolescentes que siempre nos ensombrece la duda de si son elevados al Olimpo demasiado pronto.
Lucy no sienta precedente: Marlene Hagge llegó a estas cumbres con 12 años en 1947. Propios y extraños cuestionan, tras el éxito, que Lucy haya entrado en el mundo de la competición y la rentabilidad económica, conducida por sus padres, que la pusieron en manos del veterano entrenador Jim McLean, cuando lo suyo tendría que ser el terreno de juego; el de los juegos, en plural. 
A ella no parece afectarle: en el circuito de Pinehurst jugó a ser la niña prodigio convertida en espectáculo por su edad, sí, pero también por su magnífi co swing. Fue su premio.
Su talento precoz va más allá del campo de golf, porque la norteamericana de ascendencia china es lectora de Shakespeare.
Y hay que echarle mucha imaginación para ver a una colegiala recorriendo los 18 hoyos, campo a través y con adultos, coordinando los 124 músculos que hacen perfecto un swing y consiguiendo golpes de 200 metros, para ponerse después a leer Lady MacBeth.
En el US Open, McLean apostó por que Lucy aparecería con vestido de Mickey Mouse y una fl or en la cabeza. “Es muy inteligente -explicó- pero afortunadamente sigue siendo una niña”.
¿Quién es?
Lucy Li nació en Stanford (California), en 2002. Sus padres, chinos de origen, se mudaron a Estados Unidos en 1998. Warren Li es consultor informático e inversor, y Amy Zeng, extrabajadora de Hewlett- Packard.
Lucy probó la gimnasia y la música, pero se enamoró del golf.
Con siete años se marchó a Florida para entrenar con el veterano Jim McLean.
Ha completado 6º curso, pero estudia en casa.
Su hermano Luke, alumno de la Universidad de Princeton, también es golfista.





