EL HIJO GIGANTE DE MANUTE BOL, ENTRE NOVEDADES DE LA NBA EN LA BURBUJA

Los aficionados al baloncesto recuerdan al mítico Manute Bol, que, con sus 2,31 metros, es el jugador más alto que ha pasado por la NBA igualado con el rumano Gheorghe Muresan (aunque a este se le considera unos milímetros mayor) y que destacó también por su carisma y su historia.

Nació en Sudán del Sur y fue descubierto por un entrenador universitario, quien lo llevó a Estados Unidos.

Manute murió en 2010 supuestamente a los 47 años, ya que nadie, ni siquiera él, llegó a saber realmente cuándo nació, pero su legado continúa en manos de su hijo Bol Bol, que se ha convertido en la gran sensación en el regreso de la NBA. El joven, que mide 2,18, ha debutado en un amistoso de pretemporada con los Denver Nuggets y ha impresionado en su primer partido.

En su primer partido con los Nuggets, un amistoso de preparación ante los Washington Wizards, el pívot de 20 años hizo 16 puntos, 10 rebotes y 6 tapones. En las últimas dos décadas, ningún novato había logrado unos números así en un partido de pretemporada.

El pívot de los Nuggets es hijo de una leyenda de la NBA, Manute Bol, que con sus 2,31 metros está considerado el segundo jugador más alto de la historia de la liga norteamericana solo superado por milímetros por el rumano Gheorghe Muresan.

Pero Manute Bol no era solo especial por su altura. El jugador, que con su estatura pesaba apenas 90 kilos, nació en Sudán del Sur, donde está considerado un auténtico héroe, y pertenecía a la tribu de los dinka. En su país fue descubierto por el entrenador universitario Don Feeley, quien lo convenció de ir a Estados Unidos y jugar al baloncesto.

En su época universitaria, Manute no pudo proporcionar un registro de su fecha de nacimiento y ni siquiera él mismo sabía su verdadera edad. Uno de sus entrenadores se inventó que había nacido el 16 de octubre de 1962. Tras una temporada en la Universidad de Bridgeport (Connecticut), fue elegido en el draft de 1985 por los Washington Bullets.

Manute Bol jugó 12 temporadas en la NBA militando en los Bullets, los Warrios, los Sixers y los Heat. Llegó a ser dos veces líder en tapones de la liga y fue elegido en el segundo mejor quinteto defensivo en 1986. Sin embargo, más allá de sus logros, el gigante sudanés se ganó el cariño y el respeto de todos por su carisma y su labor humanitaria.

Tanto durante su carrera como tras su retirada, realizó multitud de acciones solidarias, especialmente en su país que estaba siendo devastado por la guerra. Ayudó a refugiados sudaneses y el Gobierno de su país llegó a considerarlo un espía estadounidense. Finalmente pudo regresar a Estados Unidos, donde falleció en 2010 supuestamente a los 47 años.

Su hijo Bol Bol nació igualmente en Sudán, aunque lleva en Estados Unidos desde los 2 años. El joven comenzó a destacar en el instituto y en 2018 se incorporó al equipo de la Universidad de Oregón, donde promedió 21 puntos, 9,6 rebotes y 2,7 tapones por partido.

Sin embargo, solo pudo disputar nueve partidos en su año universitario debido a una lesión en el pie. Y es que sus problemas físicos son su gran hándicap. Su poco peso para su altura (apenas 91 kilos) le hace ser especialmente vulnerable, aunque también le ayuda a ser un pívot rápido y que no tiene inconvenientes en moverse lejos del aro.

Tras solo una temporada en la universidad, se declaró elegible en el draft de la NBA, pero, aunque en un principio partía como uno de los candidatos a ser número 1, precisamente sus problemas físicos le hicieron bajar muchos puestos.  Finalmente, fue elegido en la cuadragésimo cuarta posición por los Miami Heat, quienes traspasaron sus derechos a los Nuggets.

Los Nuggets le hicieron un contrato two-way, es decir, solo podía pertenecer a la disciplina del equipo durante 45 días, y el resto los pasaría en la G-League para continuar su formación. De ahí que hasta ahora no hubiera debutado en la NBA.

En la burbuja de Orlando tiene su gran oportunidad para dar el salto definitivo en su carrera y su debut en la pretemporada no ha podido ser más ilusionante. Los aficionados y la propia NBA se frotan las manos ante la que puede ser la nueva estrella de la mejor liga de baloncesto del mundo.

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