Adrien Porras parece jugar a otro deporte frente a compañeros y rivales a los que saca varias cabezas

La genética es injusta y caprichosa. Algunas personas cuentan con ciertas ventajas desde el mismo día que queda escrito su código genético. Lo cual deja exageradas diferencias en el deporte formativo. Adrien Porras es un chico de apenas 14 años que juega en un instituto de Arizona. Hasta ahí todo normal, pero el joven mide ya 2,08 metros.

Sus dimensiones son insultantes comparándolas con las de sus compañeros y rivales, dando la sensación de que es un hombre jugando contra niños. Y contra niños juega, pero él no lo aparenta. Aunque pueda parecer un jugador totalmente hecho en lo físico, con las actuales normativas no pisaría la NBA hasta 2027.

Porras no solo es un gigante, sino que se mueve con cierta agilidad para su altura, haciendo parecer que apenas necesita esfuerzo para hacer miserable al equipo rival, que sólo puede mirar ante el dominio físico del jugador.