IMRU DUKE, LA PERLA CARIBEÑA QUE SALTARÍA DE LA CUARTA DIVISIÓN EN ESPAÑA A LA NBA

Son ya 205 jugadores que se han declarado elegibles para entrar al draft de la NBA, de los que 42 juegan fuera de Estados Unidos. Uno de ellos, el más desconocido, es Imru Duke, un alero de Trinidad y Tobago que no ha cumplido los 21 años, mide 2,08 metros y juega en el Zentro Basket de Madrid. Sorprendentemente, desde un equipo que milita en la Liga EBA, la cuarta categoría del baloncesto español, podría saltar el Atlántico.

Porque la intención no es retirar su candidatura del draft, algo que podría hacer hasta 10 días antes de un sorteo de novatos previsto para el 25 de junio, aunque podría ser aplazado por la epidemia originada por el COVID-19. Le han visto en directo ocho equipos de la NBA: Minnesota, Nueva Orleans, Oklahoma, Memphis, Brooklyn, Utah, Miami y San Antonio. Aprovechando el torneo júnior Adidas Next Generation de la Euroliga en Valencia, también hizo un entrenamiento para 15 franquicias. «La mitad de la NBA tiene información sobre él», asegura su representante, Jaime Alonso.

Duke no aparece en las previsiones del draft y, en caso de salir elegido, sería al final de la segunda ronda. Incluir su nombre en el evento responde más al interés de algunos equipos de la G League, vinculados a franquicias de la NBA. «Hay alguno muy interesado al que le gustaría contar ya con él. Si no sale en el draft, eso nos permitiría poder hablar con cualquier equipo de la Liga de Desarrollo», explica Alonso sobre la estrategia con el joven proyecto.

Si termina jugando en Estados Unidos sería un viaje de locura para quien lleva menos de tres años jugando y apenas uno en el baloncesto organizado. «Hasta llegar aquí, nunca había jugado cinco contra cinco, sólo uno contra uno o uno contra cero», cuenta Fernando Reborio, su entrenador en el equipo de EBA de Zentro. «Tuvo que aprenderlo todo: los sistemas, la dinámica de la competición, a entender el ritmo de los partidos, el arbitraje…», recuerda Alonso.

El representante descubrió a Duke por Twitter, a través de una ONG que trabaja en Trinidad y Tobago. Vio algunos vídeos de él y le sorprendió su físico. El chico prometía pese a que iba a cumplir 18 años y acababa de empezar a jugar. A los dos meses, volvió a verle y había tenido un cambio brutal. Lo trajo a España en mayo de 2018 y sólo en Zentro le hicieron un hueco. Al llegar, decepción: en los vídeos parecía que medía unos 2,08, pero dio 2,03 y sólo 85 kilos. Después, esperanza: creció 3,5 centímetros en un año y ganó 10 kilos. Ahora mide 2,08 y tiene una envergadura de 2,21.

SERÍA COMUNITARIO EN ACB

En la Liga Endesa, el alero tendría la condición de comunitario, pues Trinidad y Tobago forma parte del acuerdo de Cotonou. Sin embargo, en ningún caso podría ocupar plaza de cupo de formación. Para serlo, los jugadores deben haber estado un mínimo de tres años federados en España entre los 14 y los 22 años y por lo menos uno de ellos debe haber sido en edad júnior. Duke ya no puede cumplir con esos requisitos.

Sus números esta temporada han sido discretos más bien: 5 puntos, 3,7 rebotes y 3,8 de valoración en poco más de 13 minutos por encuentro. Lo deslumbrante es su físico y su capacidad atlética, que es lo que ha despertado el interés desde Estados Unidos. «Es muy potente, explosivo, coordinado… Tiene un físico auténticamente de NBA», asegura Reborio. Durante su estancia en Madrid, Duke se ha confirmado como un gran intimidador gracias a sus larguísimos brazos y ha dejado mates propios de concursos.

«Puede machacar desde el tiro libre con naturalidad», dice su representante, que le ha visto «acciones del máximo nivel atlético. «Es un talento físico como los que se demandan ahora en la NBA y su movilidad le permite cambiar en todos los bloqueos y defender desde el base hasta el pívot. Es un jugador tremendamente versátil». La temporada pasada, jugando en categoría sub 21 madrileña y en Primera Autonómica, le probaron en las cinco posiciones, porque tiene una extraordinaria movilidad y un gran tren inferior.

Habiendo jugado al baloncesto desde hace tan poco tiempo, su margen de mejora es amplísimo. «Tiene mucho que trabajar y mejorar, pero cada vez entiende mejor el juego y su evolución ha sido brutal», opina Reborio. Alonso destaca que «tiene una capacidad de aprendizaje increíble. A mayor edad, más cuesta aprender, pero él, que va a cumplir 21 años, ha mejorado muchísimo pese a no ser ya un niño. Hace cosas increíbles para llevar poco jugando. Tiene un campo de visión muy amplio y mucho instinto».

Crecer en una complicada ciudad de Trinidad y Tobago le hacía estar siempre alerta en la calle. Ahora, eso lo traslada a la cancha. Salir de aquel entorno, llegar a Madrid y presentarse al draft directamente desde la Liga EBA. Todo eso, varias vidas, en menos de tres años. Es el asombroso viaje de Imru Duke, que puede seguir en Estados Unidos.

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