Márquez, un campeón detallista desde niño

Marc Márquez ha dejado siempre un detalle inolvidable en todos los que han tenido algo que ver con él desde que era un niño. Una carrera, una trazada, un gesto técnico, una frase, una discusión…
«Y era muy serio. Ahora le veo y me parece otro, con tanta juerga, porque de crío era de lo más introvertido», cuenta Guim Roda, expiloto y uno de los artífices de que Marc dejara el enduro y saltara a la velocidad. Había llegado a ser campeón de Cataluña en 2001 de motocross, pero un día probó los circuitos y por allí los ojeadores se fijaron en él.marc-marquez
«Viajaba en una caravana, a modo de motorhome, muy vieja. La imagen inspiraba ternura con el tremendo talento que apuntaba», apunta Jordi Rojas, jefe del primer equipo de Marc, Procurve. «A ver, tenía 8 años, y niños con talento hay muchos a esa edad, pero su inteligencia era diferente, especial», dice Jordi. Se trata, cuenta Roda, de la manera en que Marc afrontaba las cosas, las enseñanzas y el proceso de mejora. De cómo ir más rápido.
Sus propias decisiones
«Muchas veces un niño va más rápido en un punto del circuito porque se lo pide su padre, para contentarle. Pero Marc no. Él pasaba completamente de las sugerencias de su padre y quería entender por sí mismo qué hacer para ir más veloz y por qué ocurría». A unos les valía con ir más rápido. Marc quería saber por qué lo hacía.
«Preguntaba, lo entendía y rebajaba sus tiempos». Esa peculiaridad es uno de los posos que han quedado a su alrededor. «Era maduro, te sorprendía, me impresionaba su habilidad para percibir la velocidad y no tener miedo a caerse, a intentar cosas, imaginarlas antes de saberlas, probarlas y hacerlas», dice Roda.
Jordi, que le ayudó junto a su hermano Josep, como a tantos otros (Rabat, Cardús, Espargaró), reconoce que Marc aprendió, pero ellos de él también. «Le podías explicar pocas cosas porque en pista hacía cosas especiales. Pero también era cómo hablaba con esa edad, la manera de tratar las cosas, de preparar la carrera, de gestionar la presión. Y con 9 años mejor aún».
«No sé si es superdotado o no, pero la capacidad espacial, la de percibir el entorno a alta velocidad, la frialdad en el punto donde otros tienen miedo y la adrenalina disparada, la tiene. Su hermano Álex también, es distinto, pero la tiene», explica.
Aprender a perder
De hecho, con esa edad, lo que más les costó hacerle entender a los primeros jefes de Marc era aprender a perder, que no se puede ganar siempre. «Claro que lloraba cuando perdía, siempre. Nos costó algo esa parte, y más con su talento», dice Roda. «Pero él no miraba muy arriba, no se angustiaba poniéndose metas o por no llegar al siguiente escalón».
Estuvieron con él tres años y medio (del Open RACC 50 al Nacional) y también le enseñaron a ser ordenado. «A limpiarse las botas, ordenar el material, ser cuidadoso. Era un chaval muy majo y educado, y lo hacía». Marc tenía un acuerdo con el equipo para seguir disfrutando de su moto y su asistencia: él tenía que aprobar todo para seguir corriendo. Y sacaba muy buenas notas.
Marc persona, Marc piloto

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